Pasaron los años
como huracanes de fuego,
arrasando nuestras almas y dividiéndolas en el mar.
Te quiero confesar
que desde ese día
soy solo un eco;
que vaga por la tierra
buscando dónde encallar.
Solías derribar los muros que caían sobre mí
y me consumían en la oscuridad;
con solo mirarme
me iluminabas la vida
y mis miedos dejaban de lastimarme,
de reírse de mi triste figurín.
Hasta que te fuiste
amigo
de los de verdad.
Me dijeron
que tenía que hacer amigos que caminaran con dos pies,
¡que ruin!
ellos no entienden
que la amistad
se presenta de distintas maneras;
por eso es que sé
que te encontraré
del otro lado de la luna.